Wednesday 14 January 2015

La felicidad está en la esencia, no en las formas



 África es uno de esos lugares del mundo donde desafortunadamente es fácil  sentir que la esperanza se desvanece. Debido a la pobreza, el hambre, las enfermedades, los conflictos armados y la corrupción de muchos de sus Gobiernos; el sufrimiento  humano se percibe allí de un modo muy intenso, es palpable y devastador.

A raíz de estas extremas condiciones de vida que una gran mayoría de los africanos padece,  uno que viene de fuera; podría pensar que es  muy difícil encontrar  entre sus habitantes sentimientos  vivos como la esperanza, la alegría,  la ilusión o la satisfacción personal. ¿En medio de la pobreza puede uno encontrar felicidad?

He sido testigo del encuentro de la felicidad  verdadera en los corazones de una gran mayoría de personas con las que me he relacionado a lo largo de mi estancia en Ghana, pero evidentemente  se trata de un tipo de felicidad en estado espiritual muy diferente al prototipo de felicidad que se vende y promociona en los países con sociedades que viven en la cuna del bienestar. 

Dejando a un margen a las clases sociales africanas más elitistas (que disfrutan de las mismas comodidades que las  clases pudientes de todo el mundo) los africanos en general no tienen dinero, ni gozan de  fama, ni reconocimiento social o éxito profesional. No saben lo que es vivir en la abundancia material.

Sus vidas quedan reducidas a una lucha constante por la supervivencia y la aceptación de un destino que no pueden cambiar, porque el sistema mundial está establecido para desangrarlos.

Con este panorama, quienes  consideren que la felicidad depende de alguno o de la combinación de todos estos bienes materiales o meritocráticos; desde ya deberían saber que en África no encontrarían ese tipo de felicidad  superflua que están buscando. Pero sí hallarían  otro: una felicidad más auténtica, intrínseca que una vez experimentada no se  pierde jamás.

Existe una conexión especial  entre la gente de allí y su particular  forma  de percibir  el valor de la vida; de comprender el verdadero sentido de nuestra existencia, que conduce a uno mismo a sentirse plenamente realizado como ser humano, independientemente de lo que posea o logre en la vida; provocando en consecuencia; un tipo de felicidad interna  y única, que no  se encuentra ni se respira  fácilmente en los aires de las sociedades de los países más desarrollados económica y académicamente.

 En cuanto uno comienza a ver la perspectiva de la realidad desde este lado del mundo se produce un cambio de prioridades  en nuestra estructura mental, que muestra claramente que la felicidad no depende en absoluto de ningún factor externo a nosotros sino interno; por lo que la felicidad en su estado más simple y puro, germina y crece dentro de cada uno y no fuera; no reside en los logros  que uno consigue  de cara a los demás sino  en aquellas pequeñas experiencias de vida que nos permiten interiorizar  en nosotros mismos y  compartir con los demás.


Está de moda juzgar a las personas  y etiquetarlas según sus resultados profesionales, sus ganancias, sus prestigios y éxitos; así como también desecharlas según sus equivocaciones y errores, considerados casi siempre como vergonzosos fracasos.

¡Cuántas veces oímos decir  en nuestras sociedades occidentales: ese/ esa es un fracasado, es un perdedor, no ha llegado a nada, no vale nada! sólo por que tal o cual persona en cuestión no ha alcanzado suficientes méritos o no ha superado las expectativas que los demás esperaban.


Cuantas veces, esas mismas sociedades que presumen de ser consideradas avanzadas a nivel mundial en cuanto a desarrollo, son las mismas sociedades huecas que descartan, menosprecian y excluyen el valor de la vida humana, sin apreciar la riqueza que hay en el interior de cada uno de  sus integrantes. Por muy pobre o rico, sano o enfermo, jóven o viejo que uno sea; el valor como ser humano es el mismo para todos, aunque  muchos sectores sociales autoproclamados progresistas, dejen claro que los que valen y ' juegan en este partido de la vida' son sólo los que brillan por sus éxitos y óptimos resultados, los fuertes y los nacidos con estrella, como suele decirse.

Tristemente estos sectores también se empeñan en promover  que  los que nacieron  estrellados  'no sirven' ni como suplentes. Por sus bajos rendimientos son considerados 'moslestias del sistema'  y  los sacan  del partido sin demasiados miramientos.

Así funcionan nuestras sociedades, con excepciones claro; pero la realidad nos muestra que  nuestro sistema social es cada vez más competitivo y voraz. Sus graves consecuencias están repercutiendo
 en todas partes, aumentando la brecha de pobreza existente entre los países con población que vive en la miseria, con respecto a otros donde sus habitantes no saben  en qué gastar el dinero.


 Una fusión de sentimientos encontrados  invade a quien conoce la realidad desde los lugares  que padecen los tormentos de la pobreza. La pregunta es ¿ qué  hacer una vez que se ha conocido y comprendido  esa realidad? ¿cómo mejorarla?



Los efectos y secuelas de la pobreza y la miseria  de África son extensibles
 a muchos  rincones del mundo, y se deben en gran parte, a causa de nuestros errores como sociedades que han crecido vertiginosamente en producción económica,  en valores  tecnológicos, académico-científicos; pero  que se han olvidado de forjar una buena base humana en valores morales y éticos.

 El egoísmo en pequeña y gran escala,la avaricia, el descontrolado afán de superación
 que  promueven nuestros sistemas sin ir acompañado de un crecimiento espiritual en las personas; hacen que nuestros sistemas educativos generen competentes profesionales, pero en muchos casos;  éstos son incapaces de procesar sentimientos de empatía y solidaridad por los demás. No pueden profundizar en el verdadero sentido que implica el vivir y el ser humano.

Así, estos profesionales se convierten en  agentes productivos para el sistema pero estériles para la
consolidación de la propia humanidad, entendida en este caso como la  capacidad de mostrar sensibilidad, bondad y compasión hacia nuestros semejantes.

Preguntemos  a las generaciones más jóvenes de hoy qué es lo que buscan en sus vidas. Probablemente muchas de las respuestas serían éxito profesional, reconocimiento social, dinero, diversión, entretenimiento  y  bienes materiales. Una fórmula atractiva que promete llenar la vida de uno con satisfacción y plenitud, pero que a la larga resulta ser insuficiente; pues la estructura interna del ser humano es mucho más compleja  de satisfacer, no alcanza con el cumplimiento  de un listado de logros personales. De ahí ese descontento generalizado que uno ve y percibe en cuanto sale a la calle. De ahí a que haya tanta infelicidad social.


Pocos  llegan a profundizar sobre la verdadera razón por la que la humanidad se está autodestruyendo; pues distraídos por los ruidos de las modas, las tendencias, los medios de comunicación, el ocio y la especulación económica poco tiempo es empleado para reflexionar.



 El mundo, nuestro mundo; vive las consecuencias de esos esquemas sociales trazados  erróneamente con el objetivo de pretender avanzar mirando el bienestar propio en lugar de buscar el progreso en conjunto.

 Nuestro sistema social está lleno de errores, errores cuyas consecuencias se pagan caro, en países donde sus habitantes no tienen ni comida, ni agua ni posibilidad de acceder a un servicio sanitario básico.

No es ésto una crítica negativa, sino una percepción  fundamentada en la realidad de miseria que aún existe en pleno siglo XXI, donde se han vencido barreras tecnológicas y espaciales, científicas y académicas, pero aún continúan existiendo barreras solidarias y empáticas entre los seres humanos.

Por eso es fundamental  abrir los ojos hacia lo que sucede más allá de nuestros hogares, observar  lo que le ocurre a los demás, lo que les aflige; aprendiendo a apreciar la riqueza existente en las distintas realidades de vida que confluyen en  el mundo en el que vivimos.

 No  sólo  aquello que nos afecta directamente a nosotros o a nuestro entorno cercano es lo único que existe. Ésto a menudo se nos olvida y caemos en uno de los errores humanos más frecuentes y más peligrosos: el egocentrismo; que nos lleva a creer que somos el centro de todo y que lo que nos ocurre personalmente es lo más importante del mundo.


Por no aprender a mirar  más allá de lo que tenemos en frente de nuestros ojos, perdemos  así la noción de cuán grande es la dimensión  humana; centrándonos sólo en una pequeña fracción, representada en nuestra propia persona.


A menudo,  quienes están en la cima del sistema se sienten superiores, degustando  los falsos placeres que confiere el poder y todos sus otros espejismos que le rodean: dinero, fama, admiración, belleza, envidia y enaltecimiento del propio ego. Todo un abanico de ilusiones y apariencias que  ellos mismos disfrazan de  'vida feliz' y llaman a esto felicidad, cuando en realidad  no constituyen más que un engaño: un engaño  hacia ellos mismos y un engaño hacia la sociedad.

'La forma  muta constantemente, sólo la esencia se mantiene intacta'
' Nuestros sentidos nos engañan'

Aprendemos estos conceptos en el estudio del pensamiento de distintos filósofos y  sin embargo no les prestamos atención. Nuestro día a día nos confirma, que  estas enseñanzas forjadas  hace miles de años por grandes pensadores, aún tienen una aplicación vigente  en la sociedad  actual en la que vivimos, pero  sin embargo; resulta  que no lo tenemos en cuentan ya que en nuestros tiempos todo se valora según la  apariencia,  todo gira en torno a lo que nuestros sentidos perciben. ¿Y la esencia?
Parece que buscar la esencia ya no se lleva.

No caigamos pues, en la trampa de aceptar  las formas sin reflexionar sobre su esencia,  no aceptemos ideas sin cuestionarlas  interiormente  por medio de nuestro propio pensamiento. Busquemos el fondo de toda cuestión trascendiendo la mera apariencia o imagen de las cosas, de las personas y de nuestro entorno.

 Aunque nos parezca que nada podemos hacer para mejorar la actual situación de pobreza, guerras o enfermedades en el mundo, al menos no cometamos el error de creer que nuestra sociedad está por encima de las otras.  No permitamos que la soberbia  y los aires de superioridad con la que hablan los Gobiernos y las empresas más poderosas del mundo, se cuelen en nuestros  corazones haciéndonos creer finalmente, que  somos mejores que  otros.

No creamos, ni por un segundo; que  el concepto de felicidad que nos vende nuestro sistema es el verdadero, porque lo cierto es que  nos queda muchísimo por aprender a nivel humano de  la felicidad que promueven las sociedades más pobres; aquellas a las que nuestros gobiernos llaman países tercermundistas y a las que suelen  mirar de lejos, sin pensar que pueden aportarnos demasiado.

A pesar del egocentrismo  que nos inculca nuestra sociedad, fomentando en sus ciudadanos una falta de humildad muy grande a la hora de reconocer precisamente esa  arrogancia de nuestro sistema político, económico y social de los que hablábamos anteriormente  y que tanto daño causan fuera de nuestras fronteras; siempre hay esperanzas de que seamos capaces de aprender de aquellos que ven la vida con otros ojos, respirando aires  de una sabiduría y una felicidad  mucho más espiritual  y  nada hipócrita, a diferencia de la que ofrece, en la mayoría de los casos nuestro 'mundo moderno'.


La posibilidad de cambiar  aquello que no va bien, surge precisamente al analizar qué es lo que verdaderamente hace feliz al ser humano y a la humanidad en su conjunto, e iniciar  entonces su búsqueda de manera franca y desinteresada. Eso sí... recordemos siempre que es un error buscar fuera  lo que yace en el interior de todos y cada uno de nosotros. La felicidad está en la esencia, no en las formas.







Thursday 23 October 2014

Lluvia de libros en Continental School



Los obreros  revocaron las paredes, el techo e hicieron el suelo de la biblioteca.

Justo después de que terminaran  su trabajo, la lluvia  se coló por las ventanas desprotegidas  del aula; inundándolo todo.

 ¡Así  es como llueve en Ghana!
Chaparrones intensos e intermitentes, el agua cae como si el cielo se desahogara en cuestión de minutos y se quedara a la espera retomando fuerzas para volver a la carga.



Para evitar otra inundación nuestra prioridad fue comprar persianas  para cerrar  las aberturas. Los alumnos están acostumbrados a que entre agua en las aulas cuando llueve, especialmente durante los meses de estación lluviosa que van desde Junio a Septiembre.



 ¡Cuando llueve en la escuela se nota! Sobretodo por el estruendoso ruido provocado por  la  fuerza de la lluvia al chocar contra el techo de chapa.

 Cuando diluvia en Ashaiman;  el agua se cuela por  las grietas de las paredes, entra por los desniveles del terreno, cae desde los  huecos del techo mal construido y por supuesto, se mete por todas las aberturas que sirven de ventilación porque  éstas están hechas de ladrillos pero  no tienen cristales, ni persianas ni cortinas que las protejan del exterior.

¡¡¡Imaginen lo que durarían  los libros de la biblioteca con la próxima lluvia!!!!!





Así fue, que encargamos con urgencia unas persianas hechas  de un material plástico muy resistente que permitiría el paso de la luz y  el aire. Una vez que acabamos con ese asunto, encargamos la estantería, los pupitres y las sillas  a dos carpinteros locales de Ashaiman.

La madera la trajeron de Kumasi, una región del interior del país, que tiene fama por  la calidad de sus materias primas y artesanías.

 La alegría de los niños cuando vieron los muebles y la nuestra al ver que todo encajaba perfectamente en su lugar, nos animó a comenzar  con las labores de pintura.

Fue un trabajo  en equipo: profesores, amigos y alumnos pintamos las paredes de color azul cielo, que es el mismo color de los uniformes  del colegio y el techo blanco.

Gracias al talento de un gran amigo artista Fahiz, quien dibujó  y pintó los diseños decorativos, la biblioteca fue tomando forma y el aula se llenó de color.



Debajo de la pizarra, dibujó  varias escenas cotidianas de la rutina que viven los habitantes de cualquier pueblo ghanés: la típica  casa de adobe, un árbol como punto de reunión; las mujeres preparando la comida, transportando cosas en la cabeza, y cargando sus bebés en la espalda; los niños cuidando a los animales y los hombres trabajando en otras labores.




En la pared del fondo, Fahiz pintó un bonito árbol con hojas de colores, de cuyas ramas cuelga una jaula de hierro con la puerta abierta por la cual se escapan volando unos pájaros.

Ésto simboliza nuestra búsqueda de la libertad, la búsqueda del conocimiento,  la apertura de nuestras mentes  generalmente encerradas en nuestra propia ignorancia  que aparece representada por  esa jaula. Una jaula, en la que en cierta medida, todos  estamos atrapados hasta que podemos salir por medio de la educación, el conocimiento y la búsqueda interior del sentido de nuestra propia existencia.


 La lectura  de buenos libros, es uno de los caminos que nos ayuda hacia esa liberación.

 Los buenos libros pueden llenar nuestros corazones con buenos sentimientos y deseos, con nobles ideales y solidarias intenciones, que nos ayuden a mejorar el entorno en el que nos movemos y la forma en la que decidimos vivir esta vida.

Por muy dura que sea la realidad que nos rodea, el conocimiento y el formarnos mejor como personas libres, respetuosas y con valores; ayudará siempre a que podamos observar  nuestras circunstancias, desde una perspectiva mucho más amplia que  si lo hacemos desde la ignorancia, el embrutecimiento o el analfabetismo.

Leyendo no sólo se adquiere conocimiento, se desarrolla la imaginación, o se estimula nuestro cerebro; sino que también nuestro espíritu se enriquece.




Las mañanas y las tardes enteras dedicadas a las labores de pintura en esta  biblioteca, fueron  un momento  de mucha alegría para todos los que trabajamos con tanta ilusión en este proyecto.

Así iban pasando los días. Casi sin darme cuenta, se  acercaba mi fecha de regreso a Málaga.



En Ghana se hace de noche pronto. El sol cae  en picado a partir  de las seis de la tarde. Ésto era otra  dificultad añadida ya que sin electricidad en el edificio era imposible quedarnos hasta después de esa hora, pintando, limpiando o adelantando trabajo para el día siguiente. No hay mucho que hacer cuando  el sol  se esconde!!! toca irse a casa y esperar hasta el día siguiente: eso sí, bien temprano arriba ya que amanece a las 5.30am.






 ¡¡¡Finalmente los libros!!!! Llegó el momento de comprar los libros para las distintas secciones que  tendría nuestra biblioteca. ¿ Pero dónde comprarlos? teniendo en cuenta  lo caros que son  y las pocas  tiendas de libros privadas que hay.
Comprarlos fuera de Ghana implicaría tener que pagar el transporte (ya sea por barco o por avión) y el precio sería imposible para nuestro presupuesto.




Es curioso como ante una dificultad  como ésta, el deseo de culminar el proyecto se   triplica y el objetivo colectivo se convierte  casi en una obsesión: no pensábamos más que en los libros de la biblioteca: ¿Cómo, dónde y cuándo los conseguiríamos?




A tan sólo unos días de nuestro  viaje de regreso, la meta era encontrar libros  que realmente aportaran valor a la formación de nuestros alumnos y que realmente  enriquecieran  su educación.

  Se dice que el mundo es un pañuelo y que estamos todos conectados.

Pues, curiosamente en estos momentos de  incertidumbre,  tuvimos la gran fortuna de encontrarnos con el  Padre Jorge del Instituto Don Bosco en Ashaiman;  quien generosamente  donó unos 1.500 libros de texto y actividades  de distintas asignaturas como Geometría, Matemáticas, Álgebra, Lengua y Literatura, Arte, Ciencias Naturales, Física y Biología. Con esta enorme cantidad de libros llenamos todos  los armarios de la escuela. Tras clasificarlos por nivel, los repartimos entre los alumnos, los profesores, y el resto los  colocamos en la biblioteca, en estanterías como libros de ejercicios o de consulta.

La ayuda del Padre Jorge, vino  como regalo del cielo en el momento que más lo necesitábamos.  Esos libros que donó a nuestra  biblioteca, son de una calidad  tan grande y de un contenido académico   tan actualizado, que  sería impensable poder conseguirlos en los pocos almacenes que venden libros en Ghana   e imposible  poder comprarlos en otros países y pagar por su transporte.

 Con  el  dinero de las donaciones que  nosotras las voluntarias, recibimos por parte de nuestros familiares, amigos, y personas que apoyaron el proyecto; pagamos toda la obra de remodelación del aula,  las ventanas,los muebles ( pupitres,  bancos, sillones, pizarra, estantería), la pintura y la puerta de madera con  cerradura de seguridad para que la biblioteca quede protegida cuando la escuela  cierra.

 Compramos  también todos  los  libros  de las  las distintas secciones de  la Biblioteca General : Animales, Vida en el Mar, Países  y Lugares del Mundo, El Universo, El Cuerpo Humano; Religiones, Novelas,Historias, Cuentos Infantiles y Biografías.

 Los compramos en el almacén de libros de la ONG  'Ghana Book Trust', una organización no gubernamental que vende a un precio asequible libros  de primera calidad, adaptados a los temas de actualidad y a los currículums académicos de las mejores universidades y escuelas a nivel internacional.

Trabaja con editoriales e instituciones que  envían estos libros a países donde escasean y hacen mucha falta, para que sean suministrados gratuitamente  a escuelas  rurales necesitadas o  vendidos a un precio  asequible para uso particular, en las tiendas que tienen reguladas.



 Compramos cientos de libros en  Ghana Book Trust, y luego ampliamos nuestras secciones comprando algunos ejemplares interesantes en librerías privadas, tanto del barrio como del centro de Accra;  para poder completar  nuestra biblioteca con libros que hablaran sobre la evolución del ser humano desde sus orígenes prehistóricos, la reproducción humana, el funcionamiento del cuerpo humano y sus enfermedades; el espacio, el sistema solar  y el cambio climático; así como  otros libros que  hablan sobre la  esclavitud y sus consecuencias,  la Segunda Guerra Mundial, el holocausto judío, las dictaduras europeas, el comunismo y los conflictos terroristas actuales.

Otra sección muy interesante  se armó con libros sobre las distintas religiones del mundo y su evolución hasta nuestros días, y añadimos unos ejemplares  de biografías sobre personajes que han marcado la Historia  Social ya sea, a través de sus descubrimientos; o por los mensajes que proclamaban  o por sus estilos de vida. Algunos ejemplos son: Martin Luther King, Ghandi, Madre Teresa de Calcuta, Einstein, Blaise Pascal,  o el primer presidente americano  Abraham Lincoln y sus medidas reformistas que ayudaron a  la posterior abolición de la esclavitud.



También  añadimos libros sobre sociología y psicología infantil, para contribuir a  motivar el aprendizaje y la capacidad creativa de nuestros alumnos.



Y así  fue como  llegó a nuestra escuela otra gran lluvia,  pero esta vez  no de agua; sino de libros. Se abrió  la primera biblioteca de  Continental School,  la cual esperamos y confiamos que  con el paso de los años, siga creciendo en número y calidad de libros para que nuestros alumnos y alumnas llenen  sus mentes de conocimiento y mantengan vivas su curiosidad e ilusión. Que nunca pierdan esa sed de saber más... siempre más...






Estoy muy agradecida a todas las personas que hicieron ésto posible, a todos los que nos enviaron dinero, donaron libros o trabajaron físicamente a nuestro lado, en  las distintas fases del proyecto; sin su ayuda, su generosidad, su interés y su confianza;  este proyecto no hubiera sido posible.

Hoy la Biblioteca de Continental School existe gracias a todos ellos y sus nombres están escritos en las paredes para que siempre acompañen a nuestros queridísimos alumnos, en sus aventuras por el sinuoso camino del conocimiento....
                  Hoy y siempre.... muchísimas gracias de todo corazón!!!!

















































Thursday 26 June 2014

Manos a la obra y aprendiendo a regatear


 Lo primero que hicimos fue limpiar el aula donde construiríamos La Biblioteca. Durante años, este espacio había servido de trastero para almacenar sillas rotas, trozos de maderas, herramientas y bloques de construcción que el director Sampson  ha ido  acumulando con la intención de poder finalizar, en un futuro;  un muro de seguridad que rodee todo el terreno.


Aula antes de comenzar la obra para hacer la Biblioteca.
 No hay ninguna barrera de seguridad que  delimite la entrada de la escuela y el patio, con la carretera  de tierra  anexa al edificio; por la cual circulan coches y tro tros.

Sólo los desniveles y los baches del suelo hacen que los niños presten  más atención instintivamente cuando corren o juegan en los recreos, por lo que su propia intuición para evitar caerse o golpearse también les lleva a  detenerse cuando ven coches y evitar ser atropellados.

 El sitio es peligroso si se tiene en cuenta que se trata de una escuela primaria, donde los alumnos más pequeños tienen  tan sólo tres años. Los profesores  y  las voluntarias   vigilábamos y  estábamos pendientes de que miraran antes de cruzar cuando salían corriendo para buscar una pelota que se les escapaba, pero siempre había riesgo.

   Comenzamos manos a la obra y en equipos sacando todos los trastos de aquel aula que parecía más bien un museo de baratijas de hierro cubiertas de polvo. Los alumnos de 5º y 6º nos ayudaron a vaciar, limpiar y barrer toda la sala hasta que quedó en condiciones aceptables como para comenzar con el trabajo más duro: revocar las paredes, el techo y hacer el suelo.

¡Manos a la obra con el equipo de limpieza!
Bea y Mary, las cocineras se llevaron todas las ollas  que usan para preparar el almuerzo diario y se 'mudaron' a un pequeño hall de entrada ubicado junto a la puerta de la oficina del director. Esa sería la nueva cocina.

Los niños estaban ansiosos al ver ese aula  ahora limpia y vacía  que pronto se convertiría en la biblioteca. Incluso antes de empezar la obra ya querían saber cuándo estaría  terminada, cuándo traeríamos los libros y cómo iba a quedar todo.

¡Eso mismo nos preguntábamos nosotras!

Pero vayamos por partes:


Aula limpia y lista para empezar la construcción.
 Amigos, familiares y conocidos  comenzaron a mandar sus colaboraciones económicas. A medida que éstas llegaban las íbamos sacando del banco y gastando en la  compra de materiales y los gastos de la obra.

Lo primero que compramos fueron las bolsas de cemento, pagamos a un camión de carga para que trajera arena y  al aguatero por los bidones necesarios para hacer la mezcla. También pagamos a los trabajadores.

Por lo general, cuando uno va a hacer una obra de construcción o  remodelación, se limita a hablar con los albañiles o profesionales del sector y luego va a grandes almacenes donde puede comprar los materiales, o  éstos se encargan de hacer el presupuesto para su cliente y de comprar todo.



Comenzando la obra.
¡Evidentemente allí no era así! no teníamos esos grandes almacenes. En Ashaiman, uno no puede ir a lugares como Leroy Merlín o  Aki bricolaje  (por poner un ejemplo) y encontrar  todo lo que necesita en un mismo sitio. En el centro de Acra hay  unos polígonos industriales que venden materiales de calidad  pero los precios eran mucho más caros y nosotras no podíamos permitírnoslo, así que optamos por comprar lo que necesitábamos en el mercado local.





 Visitar y comprar en el mercado de Ashaiman es una de las actividades  más  interesantes que uno puede  hacer en ese barrio. Es algo caótico pero al final te acostumbras e incluso llegas a extrañar el ruido intenso de su ambiente cuando ya no estás  envuelto en él.  

Bea, una de las  señoras que cocina en la escuela.


Es  una experiencia que va más allá del mero intercambio comercial: no es sólo el encuentro entre un vendedor, un producto y un comprador sino que toda la atmósfera que envuelve este entorno de Ashaiman  y su gente, se convierte en una experiencia de interacción social increíble donde uno tiene la oportunidad de charlar, negociar, reir, enfadarse, agotarse y en definitiva entender realmente cómo funciona el sistema y el pensamiento de este pueblo. 




Mary, la otra cocinera de la escuela.
Al igual que en otros muchos rincones del mundo, el regateo en África es cultural; es todo un arte y podríamos decir incluso un requisito obligado que se da por sentado entre comprador/ vendedor: el comprador siempre  debe pedir que se mejore el precio y el vendedor siempre lanza una primera cifra sobrecargada porque sabe perfectamente que para cerrar la compra tendrá que hacer una rebaja considerable.


 Yo, que nunca supe regatear por nada, me encontraba allí  discutiendo por precios y pidiendo siempre un descuento, de una manera tan natural que ni siquiera me daba cuenta de ello ni me reconocía a mi misma comprando de aquel modo.






En realidad regateábamos, no sólo porque allí fuera una costumbre; sino porque teníamos que controlar con lupa en qué gastábamos el dinero y cuidar nuestro presupuesto. Nuestro objetivo principal era la compra de libros para la biblioteca. Los libros  son  caros, y deseábamos comprar el mayor número posible de ejemplares, por eso debíamos gastar menos en el acondicionamiento del aula.  


Mercado de Ashaiman, Greater Accra, Ghana.
Cada día, acompañábamos a  Mr. Sampson a los puestos del mercado. Averiguábamos todo por nuestra cuenta, hablando uno a uno  con los vendedores de materiales, comparando los precios, peleando para que no nos cobraran de más, intentando calcular cuál sería el límite de nuestras posibilidades económicas y en base a eso determinábamos qué materiales y qué  mobiliario serían realmente imprescindibles y cuáles no.






Hacíamos las reuniones y los cálculos sentadas dentro de su tro tro particular,  siempre aparcado debajo del árbol del patioy con las puertas abiertas para que circulara el aire. Allí hablábamos de los avances y de los contratiempos de la obra. Luego recorríamos de nuevo todas las calles de Ashaiman, desde un punto a otro parando en distintos puestos y comprando definitivamente en los sitios con mejores ofertas. Decíamos  por ello, que el tro tro de Mr. Sampson  era nuestra oficina móvil. 


Mercado de Ashaiman, Greater Accra, Ghana.
En muchas ocasiones debíamos tomar tro tros públicos, o taxis compartidos, ( negociar también el precio del taxi). Las calles están en su mayoría sin asfaltar y llenas de agujeros  que destrozan los amortiguadores de los vehículos.  Así   que es normal que  éstos se  rompan  frecuentemente .

A la  hora  de  comprar, por ser extranjeras en algunos lugares nos ofrecían precios inflados en comparación con los precios para la gente local, por lo que Karo y yo optábamos por quedarnos fuera de los puestos, esperando mientras Sampson negociaba un buen precio  y luego ya a la hora de pagar aparecíamos nosotras.


Nunca nos daban recibo en estos sitios, simplemente porque no tienen comprobantes de pago, no tienen sellos, ni firman nada. Así que nosotras íbamos anotando todo en nuestro cuaderno de ingresos y gastos para hacer el balance y llevar el control.

Las señoras del mercado de Ashaiman.
Hacer las averiguaciones de precios, los cálculos de los materiales y hablar con los proveedores  nos llevaba todo el día: por  el mal estado de las calles , el tráfico loco y  los vendedores  ambulantes bloqueando las calles; a veces tardábamos todo el día sólo en cerrar una compra.


El tiempo que nos quedaba en Ghana era insuficiente como para garantizar que terminaríamos todo antes de tener que marcharnos, por eso nosotras forzábamos al máximo las 24 horas que tiene un día.

Queríamos abrir la biblioteca antes de nuestro regreso, terminar todo y también diseñar un plan de orientación  para que los profesores  supieran gestionarla y  los alumnos supieran como usarla. Pero íbamos siempre a contrarreloj.

Los trabajadores que nos ayudaron  a revocar las paredes, el techo y los que hicieron el suelo arrancaron con energía  pero a la semana comenzaron  los problemas.

A demás de trabajar en nuestra obra, tenían que atender otros compromisos y hacer otros trabajos que estaban fuera de nuestra área, por lo que en muchas ocasiones no venían a la escuela, no nos avisaban y  así la obra se paraba  por intervalos de a dos o tres días.

 Durante un año  viviendo en Ghana, ambas  pudimos comprobar que en el aspecto laboral   los trabajadores  no suelen  cumplir con los plazos de entrega, son muy informales  a la hora de comprometerse en finalizar cualquier tipo de trabajo en un determinado período de tiempo. El propio sistema del país entero está regido por la improvisación y la espontaneidad que provoca el dejar todo para el último momento.

Compañeras del camino.
Siempre presentes en todas partes.
Ésto fue un factor con el que siempre tuvimos que luchar, ya que nosotras también trabajábamos en la obra y en las tareas de limpieza, pintura, mudanza, compra y organización de los libros. Todos formábamos un equipo y el trabajo era en cadena, por lo que ese retraso  nos afectaba a todos.

Sin embargo, a medida que la obra avanzaba, íbamos aprendiendo que por más dificultades que uno pueda encontrar llevando a cabo un proyecto en un país africano, donde la realidad del pueblo es muy distinta  a la que uno está acostumbrado;
todos estos  inconvenientes, también ayudan a reflexionar sobre una nueva forma de entender la vida. Es un sistema diferente al nuestro, pero no por ello significa que no podamos aprender nada positivo de la experiencia.


Es curioso observar cómo al vivir en un lugar nuevo, y al estar expuesto a elementos de una cultura distinta a la de nuestro origen,  uno acaba  adoptando progresivamente  las  formas de expresión, de saludos, de diálogo y de interacción social que usan los  nuevos vecinos  locales. No es que uno abandone las costumbres ni formas  que  tenía antes, sino que simplemente amplía el abanico sociolingüistico y gestual añadiendo estas nuevas formas de expresión social a las ya antes adquiridas.

Nos dábamos cuenta de cómo nosotras, las voluntarias; habíamos cambiado desde nuestra llegada a Ghana. Nuestra forma de hablar, bromear, o de entablar una conservación  iba ajustándose a la forma de relacionarse  de nuestros alumnos, vecinos y amigos, hasta pasar a ser  muy diferentes a las que, tanto Karo como yo, usamos  en nuestros respectivos países, por poner un ejemplo.


Con mis vecinos taxistas del barrio de Ashaiman,
en mi último día en Ghana.
Ésto pasa siempre que uno se va de su país y llega a otro, no como turista de vacaciones por una temporada, sino como residente por un cierto período de tiempo.

La mayoría de los que emigramos, queremos explorar la nueva cultura, entenderla e integrarnos en su sociedad ¡sin olvidar nuestras raíces, claro! pero con el profundo deseo de ir aprendiendo poco a poco a abrir nuestros  horizontes ideológicos, a aceptar nuestras diferencias, a ser más tolerantes, a esforzarse por entender a su gente y quedarnos con lo mejor que esa sociedad pueda enseñarnos: a respetar a este nuevo pueblo y en definitiva a avanzar en nuestra adaptación social.


En este caso, nosotras empezamos por aprender el saludo y las formas de cortesía en lengua local, twi; indicando que queríamos hablar como la gente local, que no éramos simplemente turistas.


Para comprar y negociar en Ashaiman, para vivir en ese barrio; hay que dejar claro que no somos visitantes, que somos obrunis  (como nos llaman para indicar que no somos africanas)  pero  que también  formamos parte de la comunidad. Con Karoline hablábamos con  el vocabulario que ellos usaban, recurriendo a frases, gestos o señas que todos ellos emplean normalmente. Forma parte del proceso de  integración el ir limando poco a poco nuestras diferencias  y abrazando aquellos puntos culturales que tenemos más en común y que nos unen en lugar de separarnos.


Así podía sentir que yo también era parte del barrio.



La experiencia de poder vivir, trabajar o estudiar en un país distinto al nuestro, es una de las cosas  más bonitas y enriquecedoras que uno puede hacer en esta vida.



 Ojalá todos, al menos las generaciones más jóvenes; pudiéramos salir por un tiempo  y luego regresar a nuestros hogares con toda esa riqueza humana y espiritual que uno experimenta cuando se va a vivir a otro lugar. No importa si es mucho o poco el tiempo, más bien se trata de vivir en un país desde   la perspectiva de un residente, integrándose en una sociedad distinta y no vivir como un turista. ¡Sinceramente vale la pena!

Así fue como, entre pausa y pausa ;) nuestra biblioteca fue tomando forma: primero el techo, luego las paredes, semanas más tardes llegaría el momento de hacer el suelo y con ello, también llegó la inundación del barrio a causa de la lluvia: el agua entró en el aula y lo inundó todo. Tuvimos que salir en busca del carpintero y encargar ventanas para cerrar esas aberturas, evitando otra posible  inundación para la próxima.

Pero eso fue ya otra historia...

                                                                                                                  To be continued...


Tuesday 10 June 2014

La Biblioteca de Continental School: el origen de la idea



Fachada de Continental School, Ashaiman; Ghana.
Cuando conocimos la Escuela Continental por primera vez, las aulas estaban oscuras y vacías. Llegamos al barrio de Ashaiman sobre las seis de la tarde, cuando el sol se escondía detrás del edificio de bloque a medio construir, con pinta de estar abandonado.

 Mr. Sampson, el director, nos dijo que a esa hora los alumnos estaban ya en sus casas.

En menos de cinco minutos la habíamos recorrido de punta a punta: un único pasillo principal, las cuatro aulas rudimentarias en las cuales se distribuyen a todos los grupos de alumnos de edades comprendidas entre los tres y los 14 años; una habitación llena de trastos viejos que hacía de cocina y un patio desolador: una parcela de tierra, sin nada más destacable que un árbol, único rincón de sombra bajo el cual se aparca el tro tro (furgoneta) con la que el director lleva a la mayoría de los alumnos que no viven por la zona.

No hay agua corriente, no hay electricidad, no hay material escolar, no hay juegos, no hay libros.

Tro tro de Mr. Sampson, director de la escuela.
En la parte de atrás, hay tres baños básicos construidos de los cuales sólo funciona uno, que simplemente tiene un sanitario. Al lado, hay unos habitáculos más donde en teoría deberían construirse otros cuartos de  baños, pero por falta de recursos económicos aún no están terminados ni tienen  inodoros. Estos habitáculos sirven igualmente de baños 'auxiliares' y  los alumnos orinan  dentro de ellos, sobre unos orificios que hay en el suelo de tierra.

La escuela se conserva en mal estado: muros de bloques sin revocar, suelos rotos sin cementar,ventanas abiertas sin ningún cristal que las proteja del exterior. La construcción de la escuela se inició con dinero propio del director y con algunos préstamos y donaciones que a lo largo de diez años, ha ido recaudando de familiares y amigos suyos; por este motivo la obra se detiene constantemente y los materiales usados no son de buena calidad.

 El techo sin acabar amenaza con desplomarse en algunas zonas. Está básicamente construído por chapas metálicas reforzadas con algunos pilares de madera pero abierto por las esquinas y laterales principales por lo que la luz, el viento, la lluvia ( y también pequeños animales e insectos) entran sin barrera.


En medio de nuestras clases, hemos visto entrar  pajaritos, arañas, hormigas,lagartos de colores, lagartijas y hasta gallinas con sus pollitos.

Interior de una de las aulas. 1º y 2º grado.
 Aquel primer día, mesas y sillas viejas de madera desteñida, con olor a barniz rancio y  unas estanterías polvorientas  con algunos libros de textos; conformaban el único mobiliario. En las pizarras gastadas  de la pared aún podían leerse los ejercicios realizados por los niños durante la mañana.

Ni rastros de color, adornos o pinturas por ningún lado, no había nada que decorara el ambiente ni armonizara su interior.


El panorama de ese sitio tan vacío era desolador.





Mi primera impresión de la escuela fue de  inseguridad: me pareció un edificio inestable a punto de venirse abajo. La entrada del terreno está lleno de alambres, materiales filosos que sobresalen de la estructura, restos de hormigón y ladrillos rotos; que resultan muy peligrosos para estar al alcance de tantos pequeños corriendo, jugando por los pasillos y  el patio.

El techo de la escuela.
 Cuando entré de nuevo en aquellas aulas  al día siguiente, parecía un lugar completamente distinto. ¡Sí! era el mismo  edificio destartalado y ruinoso pero está vez estaba lleno  de niños y niñas alegres, cariñosos, educados, despiertos y curiosos por ver a las nuevas voluntarias.

Nos recibieron con la mejor de sus sonrisas, nos saludaron con una canción y luego esperaron en silencio  a que nos presentáramos.

A partir de entonces comenzaría a forjarse entre ellos y nosotras, un vínculo especial que se fortalecería gracias al afecto que fue creciendo entre todos durante las clases, en Educación física enseñando voley; en las clases de Informática y Artes plásticas. En los recreos entre juegos,canciones,risas,música y baile.

A medida que pasaba el tiempo, también aumentaban las dificultades en el desarrollo de nuestro programa de voluntariado a causa del nada ejemplar comportamiento del dueño de la ONG que nos hospedaba en Ghana. Su falta de palabra, de compromiso, de honestidad y de interés por la escuela y nuestros alumnos, bloqueaba cualquier iniciativa que quisiéramos llevar a cabo, puesto que por su causa; las voluntarias no contábamos ni con apoyo económico (fundamental para llevar a cabo cualquier proyecto), ni  apoyo logístico y mucho menos apoyo moral.


Desde que llegué a Ghana comprendí que lo más importante de nuestro voluntariado debía ser,  a demás de las clases con los niños; garantizar un legado ( por más pequeño que fuera) que permitiera seguir ayudando a  nuestros alumnos incluso cuando nosotras ya no estuviéramos allí.

Un año en GHANA, parece que da para mucho, pero un año en la vida pasa volando, y  en realidad no alcanza para poder llevar a la práctica todas las  ideas que a uno se le ocurren cada día, viendo tantas carencias. Uno ve esta escuela y desearía tirarla abajo y construir una nueva y hermosa, llena de todo tipo de comodidades para nuestros niños. Pero la realidad es bien distinta y nuestras limitaciones económicas eran reales.

Nuestro objetivo era idear un proyecto social que fuera viable y que sirviera para mejorar la calidad de educación de nuestros alumnos. Cuando en un lugar hay tantas necesidades materiales, es fácil soñar a lo grande y  salirse del camino de la viabilidad, ideando proyectos demasiado costosos para los pocos ( por no decir cero) recursos económicos de los que disponíamos en aquel entonces.



Debía  por tanto, ser un proyecto  asequible que beneficiara a la escuela pero que  sobretodo sirviera para consolidar la formación académica de los alumnos. También pensábamos en cuánta falta hacían unos baños nuevos que funcionaran bien. Mantener la higiene en una escuela es fundamental. La orina en el suelo es foco de infecciones, el olor es desagradable y teniendo en cuenta que por falta de agua uno no puede lavarse las manos a cada rato, el caldo de cultivo  de virus y enfermedades entre los niños y profesores se multiplica a tope. Y eso nos preocupaba muchísimo. En ese entorno los niños juegan, estudian, comen, los más chiquitos duermen, etc...

Como explicaba en otra ocasión, Ashaiman tiene todo el sistema de desagües completamente abierto, por lo que la basura, las aguas contaminadas, los insectos y los mosquitos (muchos  de los cuales son transmisores del virus de la malaria) están en nuestro entorno diario. Si a ésto se le añade la falta de agua corriente, el problema empeora.

La necesidad de unos baños era más que obvia.

Baños sin construir.
Aún recuerdo aquel día en el que, siendo  yo alumna de 5º grado del Colegio de María (Las Esclavas); se cortó el agua en toda la escuela por un problema de suministro y nos mandaron a casa, porque 'no era posible dar clases en un colegio tan grande bajo esas condiciones'. Estando ya en Ghana, a menudo pensaba en aquel día en mi colegio en Argentina y me  resultaba irónico, ya que en  nuestra Continental School, SIEMPRE  damos clase sin que haya agua corriente. Allí, no tener agua es la regla y no la excepción.


¡Los baños!..... lamentablemente hacer los baños sería costoso porque su funcionamiento implicaría traer el suministro de agua corriente a la escuela, cuya instalación no estaba hecha y eso ya se complicaba demasiado.

Cada día, Mr. Sampson se levanta a las 4:30 de la mañana, va con su tro tro y carga agua en unos grandes bidones que luego distribuye en otros envases de plástico más pequeños, a lo largo de la escuela: unos bidones van a la cocina donde las cocineras preparan el almuerzo, otros van afuera para limpiar el único sanitario que funciona o el suelo donde se orina; otro va en el medio del pasillo y lo usan los niños para beber, lavarse las manos o limpiar algo.

El edificio de la escuela es inseguro y está inacabado.
También hay un pozo de agua en la entrada del edificio que el profesor va recargando a medida que se agota. No es agua potable pero sirve para otro tipo de usos. Solíamos sacar agua de allí para limpiar o refrescarnos la cara, la cabeza,lavar ropa, etc.

Con Karo veíamos que los niños de la escuela y también los del barrio en general, no tenían espacio en sus casas para hacer los deberes tranquilos. No tienen libros para leer y ya ni hablar de un lugar donde poder estudiar sin molestias. Sus casas son siempre ruidosas y la mayoría tiene varios hermanos y hermanas más pequeños a los que deben cuidar, por lo que tampoco tienen tiempo para ellos mismos, una vez que salen de la escuela.

Así surgió la idea de construir una  Biblioteca que proporcionaría a nuestros alumnos la primera oportunidad en sus vidas de tener un rincón lleno de libros, donde sentarse a leer, disfrutar aprendiendo, hacer los deberes o simplemente pasar un rato de tranquilidad. Siempre fui usuaria de bibliotecas y me gusta la lectura. Afortunadamente, en Fuengirola y toda España, contamos con una Red de Bibliotecas Públicas de excelente calidad y de una extensión impresionante.

Hasta los pueblos más pequeños de nuestra geografía cuentan en su mayoría, con un servicio de Biblioteca pública. A veces ni pensamos en  la suerte que tenemos de poder acceder a este tipo de servicios, sin tener que esforzarnos en absoluto. Cualquiera se hace socio de la biblioteca  hoy y  al instante puede disfrutar de muchísimas ventajas. Yo incluso vivo al lado de una, por lo que no tengo que ni caminar más de cinco minutos para sacar un libro.



Pensaba en ésto cuando estaba en Ashaiman, donde no hay nada que se parezca a una biblioteca comunitaria. No hay ni suficientes hospitales, así que la existencia de bibliotecas, es impensable.El índice de analfabetismo en Ghana no es tan alto como el de otros países africanos, pero aún así un alto porcentaje de la población joven no sabe leer en inglés, aunque sí pueden hablar; ni  tampoco leer en su lengua local.


Por ese motivo, la idea de hacer la biblioteca nos parecía cada vez más necesaria.


¡Ese sería un buen proyecto! Una Biblioteca que sirviera cómo estímulo para nuestros niños y niñas, para que pudieran seguir leyendo, aprendiendo, descubriendo y explorando. Sería el único rincón de la escuela lleno de libros, luminoso y con suficiente espacio para que pudieran descansar y relajarse. Debía ser además, una sala bonita, colorida que no sólo almacenara libros sino que también a través de su decoración, ayudara a inspirar o motivar a nuestros alumnos.




Gracias a la existencia de bibliotecas públicas todos los ciudadanos  que  así lo deseen pueden no sólo acceder a conocimiento, formación o entretenimiento literario; sino que también disponen de un lugar en el cual poder estudiar, relajarse o investigar tranquilamente. Comprar libros de buena calidad no está al alcance de todos, por tanto las bibliotecas desempeñan una función fundamental en la culturización de las sociedades, ayudando a que todo aquel que esté interesado pueda tener a su alcance libros de manera gratuita. No importa el nivel de estudios, no importa el nivel económico ni el tipo de trabajo que uno tenga; los libros están disponibles para todos, ¡¡¡nos esperan a todos!!!! y ese mismo servicio queríamos nosotras trasladar a nuestra pequeña escuela Continental.

Estaba claro que todos teníamos que participar en la construcción: los alumnos,los profesores y las voluntarias, pero... ¿cómo conseguiríamos financiarlo?


Detrás de nuestra amiga está el modelo de politanque
 que se usa en todas partes para almacenar el agua.
Primero hablamos de hacer una biblioteca grande, construirla en  un pequeño edificio  adosado a una de las aulas, en la parte delantera de la escuela donde hay un terreno libre. Queríamos, además intentar hacer los baños  (no renunciábamos a esta idea) y comprar unos politanques donde poder almacenar más agua para aumentar  la reservas de la escuela.

 Ideamos un proyecto escrito en el que  explicábamos detalladamente qué queríamos hacer y cómo gastaríamos el dinero. En principio, fue  presentado a una empresa importante e internacional que se ofreció a ayudarnos.

A pesar de que su respuesta final fue afirmativa e incluso nos llamaron por teléfono para decirnos que la obra se llevaría a cabo; la realidad fue que no  aparecieron más. Fue imposible recuperar el contacto  con ellos y los meses pasaban sin  que volvieran a dar señales. Esperamos con ilusión y paciencia hasta que el tiempo se nos venía encima.

Nuestra propuesta fue rechazada por otras organizaciones que se dedican a financiar este tipo de proyectos, porque lo presentábamos  de manera individual, sin ser una ONG  constituida, ya que  no quisimos  tener nada que ver con el dueño de la ONG que nos asignaron al formar parte del programa del voluntariado europeo, ni  mantener ningún tipo de vínculo con su persona ni con su organización.


Durmiendo la siesta.
Conseguir financiación pública  para proyectos solidarios, es un poco complicado cuando se solicita  de manera individual sin contar con el apoyo de alguna fundación o institución que  solicite oficialmente el dinero. Intentábamos pero no salía nada y con el paso de los meses pensamos que no sería posible construir nada.



Los precios en Ghana aumentaban cada semana y esa inestabilidad económica nos afectaba también a la hora de determinar el presupuesto que necesitaríamos.  Sin  dinero y sin tiempo suficiente como para iniciar ningún tipo de obra grande; decidimos entonces abandonar la idea de construir un edificio aparte, y se nos ocurrió que aquel aula lleno de trastos viejos y que hacía la función de cocina podría ser ideal para la biblioteca.

Sería más sencillo y menos caro reformar un aula, terminar el techo, revocar las paredes, pintarlas, comprar mesas, sillas y bancos nuevos; unos sillones, estanterías y libros,;en lugar de  tener que construir algo desde cero.

Educación física: primeras clases de voley.
Tras meses de  intentar conseguir financiación sin éxito alguno, seguíamos teniendo el problema de cómo conseguir  el dinero. Ya nuestro proyecto era más pequeño  que el que planteamos al principio, tras recortar gastos y limitarnos sólo al acondicionamiento del aula ya existente, a la compra de los libros y el mobiliario básico; pero aún así necesitábamos fondos.

 La solución llegó  en el momento más urgente gracias a la colaboración de nuestros familiares, amigos, conocidos y también otras personas que sin conocernos se interesaron en el proyecto y nos apoyaron.  Todos  ellos mandaron sus aportaciones económicas y así fue como pudimos comenzar el camino hacia la realización de la tan deseada biblioteca. Un camino que no sería para nada fácil y en el cual la falta de tiempo, las lluvias y los imprevistos que siempre surgen en cualquier tipo de obra, dificultarían aún más el desarrollo del proceso.


Los  detalles los dejo para el próximo capítulo... ;)





                                                                                                                                To be continued...